Si con tu mascota hubo un fuerte lazo desde un principio no será fácil que superes la sensación que deja su ausencia. Las mascotas al igual que las personas nos dejan una vida llena de recuerdos y al fallecer nosotros como es natural sentimos tristeza. Debemos comprender que la muerte de la mascota es parte de la vida, que a todos nos llegará ese momento que no es más que una fase, después de todo no sabemos que hay más allá de la ausencia del alma en el cuerpo.
Siendo adultos se nos hace más fácil asimilar la pérdida de la mascota pues podemos refugiar nuestro corazón en los momentos más agradables, incluso en las situación más fuertes encontramos motivo para sonreír, sin embargo en los niños es más difícil afrontar la muerte de la mascota.
Como padre se paciente explicando a tus hijos que su mascota debía partir, que la muerte es una etapa de la vida de todo ser vivo. Trata el tema con normalidad, no demuestres ni con el rostro tristeza pues le contagias al niño esa energía. No lo distraigas con regalos u otro animal con prontitud pues ello hará que tu hijo no valore la vida de los animales e incluso de las personas.
El tiempo sabe curar heridas y así sucederá, siempre enfoca los recuerdos en los momentos alegres con la mascota y no te dejes caer en la ansiedad por revivirlos. Deja que pase buen tiempo para que el niño decida si tendrá otra mascota, pero deja claro que no llegará para ocupar el lugar de la que partió, que cada mascota tiene su espacio y un tiempo lleno de recuerdos para sonreír.