El Síndrome de Wobbler o espondilomielopatia cervical caudal, consiste en una serie de anormalidades que afectan la columna vertebral del perro. Al afectar a las vertebras cervicales y los discos intervertebrales, produce una comprensión secundaria de la medula espinal, que les impide caminar de manera correcta. Otra enfermedad que se presenta en las mascotas caninas es el llamado Síndrome de Wobbler o espondilomielopatia cervical caudal, que no es otra cosa que una serie de anormalidades que afectan la columna vertebral. Al afectar a las vertebras cervicales y los discos intervertebrales, produce una comprensión secundaria de la medula espinal.
Es un síndrome compresivo que va degenerando la columna vertebral, y con mayor frecuencia se presenta en las razas grandes como los Dobberman, los perros Dálmatas, los Pinsher; y otras razas de gigantes como el Gran danés o el Mastiff.
Se han conocido algunos casos, en donde las víctimas han sido perros de razas pequeñas como el Yorkshire Terrier o el Chihuahua, y se ha comprobado que suele presentarse con mayor incidencia en machas que en hembras.
Debido a su aparición en determinadas razas, se puede decir que su origen es de carácter genético, pero la nutrición puede ser la causa en algunas situaciones, como el exceso de proteínas, de calcio y de calorías, que han sido propuestas en el Gran danés.
Dentro de los signos y síntomas propios de esta condición, podemos encontrar un intenso dolor del cuello y rigidez, también muestran un andar algo extraño o bamboleante y debilidad general.
Comienzan a caminar con pasos cortos y espásticos, debido a la falta de apoyo en el suelo y a la debilidad en las extremidades anteriores. Se nota perdida en la masa muscular cerca de los hombros, al igual que las uñas desgastadas. Las extremidades aumentan su tamaño y hay dificultada para levantarse a estar acostado.
Se cree que su origen en genético pero no se ha establecido aun algún patrón hereditario. El tratamiento es quirúrgico, consistiendo en la estabilización de la columna vertebral, la rehabilitación luego de la operación también es de cuidar, pero la intervención es necesaria ayudando al paciente a tener una mayor calidad de vida.
Luego de haber sido intervenido, el perro no debe saltar o correr por lo menos tres meses, se les debe colocar un arnés en vez de collar ya que estos comprimen la estructura espinal. Se recomienda ajustar la dieta, quitando las proteínas, el calcio y el exceso de calorías.
El veterinario programará evaluaciones neurológicas para dar seguimiento y ver cómo va mejorando la mascota.