Las mascotas llegan a ser muy queridas por sus dueños, incluso algunas ocupan el lugar de los hijos que jamás tuvieron, pero que ocurre cuando este querido animal parte para nunca volver, aparecen distintos sentimientos que necesitan ser expresados y cada uno vivir su propio duelo. Los animales son seres vivientes con sentimientos y habilidades, algunos de ellos pueden incluso parecerse a los humanos al demostrar mucha inteligencia cognoscitiva y emotiva. Pero cuando tenemos un animal en casa, es decir una mascota, llevamos a tenerle tanto afecto que pronto pasa a ser considerado como un miembro más de la familia.
En muchos hogares, son las mascotas quienes llegan antes que los propios hijos, y en otros donde no se llega a ser padres biológicos, son los animales quienes ocupan este lugar tan importante en la vida de sus amos.
Todos llegamos a querer mucho a nuestra mascota, nos acostumbramos a sus juegos, a su forma de comportarse y hasta seguimos sus travesuras con mucha diversión. Algunas de ellas demuestran ser tan hábiles que con el entrenamiento necesario se convierten en mucho más que un apoyo para la familia.
Pero que ocurre cuando este fiel amigo se va, cuando enferma y muere. A muchos nos ha pasado, hemos tenido una mascota por largos años y de pronto, nos encontramos en un mundo donde ya no está, la casa queda vacía y hasta triste.
El sentimiento de pena, dolor, angustia y tristeza que puede sentir cada uno es distinto, pero todos comprendemos que es algo natural y lógico. Todos requerimos de un tiempo para vivir un duelo, aunque para quienes viven ajenos a nuestro hogar, esto signifique algo demasiado exagerado.
En toda etapa de duelo, lo ideal y más aconsejable es expresar lo que se siente de la forma que se pueda, algunos se desahogan conversando con sus seres queridos, otros dibujan, pintan o escriben poemas, y lo más común es que todos lloren.
Cada una es una reacción muy personal, y lo único que se puede hacer es demostrar comprensión, apoyo, sin provocar discusiones.
Pero que ocurre cuando existen niños, pequeños que han convivido con el animal y que de alguna manera han llegado a compartir algún tiempo con él. Pues en este caso lo mejor es decirles la verdad de la mejor manera, pensando siempre en la edad del niño para no herirlo.
Tampoco debemos hacer que se sienta culpable de lo sucedido, ya que puede entender que al resondrarlo o castigarlo, o hacerle otra cosa surgieron las cosas.
Finalmente diremos que no resulta nada favorable sustituir de inmediato a la mascota con otra, ya sea de la misma especie o diferente, pues lo único que se conseguirá será no procesar bien el duelo y probablemente no se respete al nuevo animal por ser quien es, ya que siempre se comparará con el anterior.