El hámster dorado o de Siria es más grande que los otros, son tímidos y no les gusta compartir su jaula. No debe faltarles agua, pienso especial y una espacio muy limpio para evitar que sufra algún tipo de enfermedad. Un hámster que quizás no sea conocido por muchos es el dorado o sirio y que tiene como nombre científico mesocricetus auratus. Desde hace un tiempo se ha convertido en una mascota muy conocida y además se encuentra en peligro de extinción como animal salvaje.
Al ser encontrado en Siria, fue bautizado como tal y luego llegó a diversos países como el Reino Unido.
A diferencia de los otros hámsteres, el dorado llega a medir hasta 18 centímetros de largo y su peso puede oscilar entre los 100 y 180 gramos, siendo el macho un poco más pequeño que la hembra.
Otra de sus características es su pelo muy suave y denso y que puede verse en varios tonos siendo el más común el dorado en partes como el lomo y el vientre de color blanco. Tienen el pelo corto y algunos poseen el pelo largo, clase que necesita de mayores cuidados ya que es más fácil que se enrede.
Esta clase de hámster posee bolsas ampliables en los mofletes que se conocen como abazones y van desde las mejillas hasta los hombros. Cuando se encuentran en su estado salvaje, los emplean para almacenar la comida en su transporte a las madrigueras.
Las hembras pueden empezar a reproducirse a partir de las 8 semanas de edad, su embrazo dura entre 16 a 18 días y el celo es cada cuatro días. Pueden llegar a tener hasta 14 crías por lo que hay que tener mucho cuidado en esta etapa.
Pueden llegar a vivir entre dos a tres años y son nocturnos, realizando la mayoría de sus actividades por las noches y en las mañanas duermen.
Son animales bastante tímidos y no les gusta compartir su jaula con otros, pudiendo llegar a agredirse, por lo que se aconseja no agruparlos, a no ser que sea netamente para la reproducción.
Sin embargo, pueden ser muy asustadizos y pare vitar que muerdan se sugiere sacarlos de su jaula cada cierto tiempo para que se acostumbren al contacto humano.
Su jaula puede ser de cualquier tipo pero no debe faltarles un comedero, bebedero y algún juego como una rueda que además, les sirve para hacer ejercicio. Tampoco debe faltarles agua y comida para que estén saludables, así como proporcionarles algunos trozos de madera que puedan roer y evitar que sus dientes crezcan de forma exagerada.
Su alimentación debe consistir en pienso basado en alfalfa y semillas y dos veces por semana s ele debe dar verduras y alguna vitamina soluble en el agua cada dos semanas.
No hace falta bañarlos ya que son animales muy limpios pero su espacio debe estar siempre aseado para evitar que se enfermen siendo necesario cambiar el aserrín del suelo cada dos o tres semanas.
En caso se noten cambio físicos o en su comportamiento, será muy necesario llevarlo con el veterinario para que lo revise y vea cuál es su problema.