Adiestrar a un perro puede parecer algo simple, desde luego las técnicas ayudan pero posiblemente se pierda eficacia si un perro convive con varios humanos y cada cual tiene una idea tan distinta de su educación. Es como en los niños, el padre impone normas, la mamá pone otras y la abuela siempre cumpliendo todos los berrinches. Si la familia o el grupo que va a educar al perro no existe una previa estrategia sobre lo que será una adecuada educación universal, entonces el perro va a terminar verdaderamente en un lío, confundido a fondo, comportándose distinto con cada persona para obtener lo que desea. El problema es básicamente en los educadores, no del perro.
Una orden nada no puede alterarse, ni por otra persona y menos por la misma. Si alguien le increpa al perro un mal comportamiento no puede venir otro familiar a darle cariño o consuelo. El perro debe recibir normas claras y la pareja o familia que se integre a su educación deben respetarlas en consenso.
Antes de educar al perro hay que trazar líneas o reglas para los integrantes de la familia, igualmente si se nota que no se siguen se vuelve a reunirse pues es importante conversar para aprender y aceptar que le hacemos más mal al perro si las reglas no son firmes. El perro nota cuando las personas reaccionan con él dependiendo de las circunstancias y se aprovecha buscando a quien suele romper las normas establecidas.
Si los miembros de la familia se comprometen a seguir pautas generales entonces el perro tendrá un equilibrio bien interesante, esto es positivo para todos, de esta forma será un perro seguro y no tendrá la suerte de duda sobre a quien hacerle caso y a quienes ignorar.