Las mascotas hacen más artesanal nuestra vida, infringen tremenda añoranza de entendimiento, nos motivan y debemos hacerlo recíproco. Es una ley animal en el mundo humano que el respeto se manifieste, desligado de aquella diferencia que creemos ganada por ser meramente pensantes.
No hay superiores ni inferiores cuando comienzas a entender que sobre este planeta la diversidad es al mismo tiempo un único rebaño. El respeto por nosotros mismos no debe rivalizar con el respeto hacia los demás seres. Desde que nacemos estamos calificados para amar, la reflexión crece mientras fortalecemos nuestro yo humano.
Seamos leales como las mascotas lo son, despertemos de aquella frialdad que engatusa dentro de la sociedad, escapar a los días tristes es también descubrir lo felices que pueden ser acompañados de nuestro fiel amigo, de un gato misterioso, el canto de las aves o la curiosidad de los hámsters por ejemplo.
El hogar se puede solventar de alma enriquecida pasando un tiempo al lado de las mascotas, eso no quiere decir que vamos a olvidar a nuestros niños y demás personas, la familia es variedad, es un círculo flexible que abriga a los hermanos menores (los animales). Bien lo grafica la frase «uno para todos y todos para uno.»
Respetar, educar, cuidar, aprender, entender, corresponder, compartir, alegrar, investigar, jugar y otros términos se tienen que convertir en acciones que fluyan a diario. Las mascotas tienen un alma que depende en buena fe de la relación con la tuya y otros animales de su especie. No te desligues de sus necesidades y logra humanidad a su lado, no dudes de tu capacidad de amar.