El ejercicio que hacen los perros mordiendo huesos es indiscutible. Muy a parte del sabor que para ellos es agradable, el morder huesos repercute en una dentadura más fuerte, pero ¿es bueno que los perros reciban huesos?, la respuesta esta divida con una mayoría que responde con un NO tajante. No todos los huesos son buenos, considerando su tamaño hallamos muchos peligros en los juegos de un perro con huesos pequeños, dejando posible el atragantamiento del animal e incluso lastimarse con algunas astillas. Es clásica la visita de perros que comieron huesos al veterinario y es que no todos los huesos tienen formas seguras.
Respecto a la fisionomía de algunos huesos, por ejemplo el del muslo del pollo con la presencia de una fina parte que sobresale, representa un peligro para el perro. Este hueso en sobremanera es todo un riesgo que de ser ingerido por el animal puede afectar su garganta y los tejidos.
La lógica nos lleva a que mientras los huesos sean más grandes menos peligros existirán para el perro. Desde luego que al final ningún extremo es bueno, ni huesos muy pequeños ni los más grandes, así que debemos hallar alguna alternativa.
La solución más recomendada es intentar que el perro se acostumbre a morder y jugar con huesos especiales, aquellos huesos creados a base de materiales con sabores para su gusto, que se pueden morder y desgastar fortaleciendo la dentadura e higiene. Existe gran variedad de estos huesos en el mercado, incluso huesos naturales pero con preparación especial que asegura la salud y elimina mayores accidentes por atragantamiento.