Sucede que cuando un matrimonio decide llegar al divorcio por lo general recurren a los juzgados para ver quién se queda con que, o en el caso de los hijos conciliar en buenos términos su custodia. Esto último también actualmente alcanza a las mascotas. Algunas personas con cierto sentido común no acuden a los jueces y con una leal palabra deciden el destino y crianza de las mascotas, sin embargo cuando la cosa es un tanto más seria sin despedidas digamos no tan amigables, se busca el aspecto legal. Pero tengamos siempre presente que lo que se decida debe beneficiar en primer término al animal.
Recuerda que antes de llegar al divorcio existía una unidad familiar y la mascota estuvo muy comprometida en ella, formando un fuerte vínculo con todos en especial con los niños, por ello creemos que sería bueno que los menores puedas seguir teniendo aquel contacto, en otras palabras quien tenga a los niños será el apropiado de dar cobijo a la mascota.
Si no tienes hijos pues la cosa simplemente implica ser consciente de cuál de las partes tiene el tiempo y los medios para cuidar de ella, el espacio y las facilidades de su crianza, desde luego sin desligarse de la responsabilidad. Todo ello denotado en el acuerdo judicial que el juez promueva.
Otro punto importante es que al haber crecido en un hogar definido o vivienda, el perro se ha acostumbrado a dicho ambiente marcándolo como su zona, su lugar, su sitio, por ello es aconsejable mantener a la mascota sin cambio de hábitat y simplemente decidir sobre que parte vivirá en la casa o el piso.
No dejes de visitar a la mascota, concilia horarios pues el perro creció en compañía de la familia y definitivamente extrañará a cualquiera que se separa buen tiempo. No dejes a tu mascota sin atención, si no te quedas con ella utiliza el tiempo decidido por el juzgado para expresar tu eterno aprecio y amor.